HISTORIA
DEL TELESCÓPICO

Hace
cuatro siglos nació un invento que habría de redefinir nuestro lugar en el
universo. Tachado en su momento como el instrumento más diabólico de la
historia, el telescopio sacudió la sociedad hasta las raíces. Al alzar los ojos
al cielo nos convencimos de que éramos el centro de la creación, y había
razones para ello: desde nuestra perspectiva, todo parece girar en torno a la
Tierra. Cuando alguno osaba desafiar esta noción del mundo, su voz era acallada
por los poderes religiosos hasta que, entre 1608 y 1609, la venda cayó de los
ojos.
El diseño de Galileo consistía en una lente convexa para el objetivo y otra cóncava en el ocular. En 1611 el alemán Johannes Kepler fue el primero en usar dos lentes convexas que enfocaban los rayos en un mismo punto. La configuración de Kepler aún se usa en binoculares y cámaras fotográficas modernas y es la base del telescopio refractor.
Galileo
acudió a los poderosos y les hizo "ver para creer", mostrándoles las
lunas de Júpiter y las orejas de Saturno. "El propósito de la Iglesia no
es determinar cómo van los cielos, sino cómo ir a los cielos", decía a los
prelados. Y fue demasiado lejos, porque terminó sus días en arresto
domiciliario e intelectualmente olvidado. Pero el año en que Galileo moría,
nació el niño que habría de completar su revolución. Herencia de Galileo,
Newton inventó el telescopio reflector, que es la base de los actuales. Telescopios-2El
telescopio nos ha permitido ver hacia atrás en el tiempo. En astronomía, cuanto
más lejos miramos, más nos adentramos en el pasado. Para leer el primer capítulo
de la biografía del cosmos, hemos necesitado observatorios cada vez mayores con
espejos ultra pulidos que recogen fotones en cantidades industriales. Pero a
finales de los 70, los instrumentos de los astrónomos no satisfacían sus
ambiciones. Muchos pensaban que los cinco metros del telescopio Hale, en
California, eran el límite para un espejo. Y cuando los rusos construyeron en
1976 uno de seis metros, el aparato produjo imágenes aberrantes. El año 2009 y
coincidiendo con los cuatrocientos años del nacimiento de Galileo se celebró el
año internacional de la astronomía. A Galileo se le atribuye también el invento
del telescopio, algo que más bien ha quedado en entredicho, como tantos otros
hechos y anécdotas de su vida. A tal efecto en la revista RIGEL 208,
correspondiente a Noviembre-Diciembre de 2008, Néstor García nos hacía una
reseña de “Historia del Telescopio” de Isaac Asimov, obra que hoy es
prácticamente imposible encontrar.
Galileo y el
telescopio: la nueva astronomía El físico y astrónomo italiano Galileo Galilei
(1564-1642) sostenía que la Tierra giraba alrededor del Sol, lo que contradecía
la creencia de que la Tierra era el centro del Universo. Se negó a obedecer las
órdenes de la Iglesia católica para que dejara de exponer sus teorías, y fue condenado
a reclusión perpetua. Junto con Kepler, comenzó la revolución científica que
culminó con la obra de Isaac Newton. Su principal contribución a la astronomía
fue el uso del telescopio para la observación y descubrimiento de las manchas
solares, valles y montañas lunares, los cuatro satélites mayores de Júpiter y
las fases de Venus.
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La idea principal en un telescopio astronómico es la captación de la mayor cantidad de luz posible, necesaria para poder observar objetos de bajo brillo, así como para obtener imágenes nítidas y definidas, necesarias por ejemplo para observar detalles finos en planetas y separar estrellas dobles cerradas.
Es
un instrumento que tiene la función de recoger la luz proveniente de un objeto
lejano y ampliarlo. Gracias a estos requisitos el telescopio se ha convertido,
a partir de comienzos del siglo XVII, en el artífice de la astronomía moderna.
El descubrimiento del telescopio es atribuido, casi contemporáneamente, al
holandés Hans Lippershey y a Galileo Galilei en 1609Un telescopio, además de la
evidente ventaja de agrandar los objetos, revela cuerpos celestes de débil
luminosidad y por lo tanto invisibles a simple vista, gracias a que su objetivo
es capaz de percibir más luz que nuestro ojo.
Los
primeros telescopios en consolidarse durante todo el siglo XVII fueron los del
tipo kepleriano, que eran construidos con longitudes focales de hasta 30 ó 40
m, con el fin de tener un gran número de aumentos. Proporcionaban imágenes
vacilantes y con notables aberraciones.
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Este
nuevo megatelescopio está equipado con un llamado “polarímetro de espectro”,
que los científicos utilizarán para mapear la atmósfera del Sol y el campo
magnético analizando absorciones y emisiones dentro del espectro solar, de
acuerdo con el científico Rolf Schlichenmaier.
Las
absorciones dentro del espectro están diseñadas por líneas negras delgadas y
representan luz que está siendo bloqueada, o “absorbida”, por ciertos elementos
en la atmósfera. Las llamadas “líneas de absorción” pueden ser analizadas para
determinar la composición de cualquier sustancia que la luz atraviesa.
“La
forma de esta línea te informa sobre la temperatura, la presión; toda la
información que tenemos de la atmósfera solar, la obtenemos de esas líneas”,
dijo Schlichenmaier.“En cuanto al ancho de la línea, podemos decir cuán
caliente está allí”, dijo. “Y del cambio de velocidad, presión y densidad;
todas estas son cantidades físicas que podemos derivar de la forma y la
posición de esas líneas”.Esto se vuelve más impresionante cuando consideras el
hecho de que hay entre 2,000 y 3,000 líneas en el espectro visible. “Estas
líneas forman una temperatura y altura diferente dentro de la atmósfera”, dijo
Schlichemaier. “Así que al estudiar muchas de estas líneas podemos recuperar la
estructura 3D de la atmósfera del sol”. El truco es recolectar los datos y
analizarlos antes de que la sección del sol que estás observando cambie de
nuevo. Para esto, dice Schlichenmaier, necesitas telescopios que son los
suficientemente grandes para tomar luz sustancial, para minimizar tiempos de exposición.
Cuando hablas de tomar una fotografía de algo a 150 millones de kilómetros de
distancia y analizar cada dato antes de que cambie su forma y temperatura, cada
segundo cuenta.

Hace unos días pudimos
conocer una de las noticias más sorprendentes del año: el año pasado los
militares norteamericanos le "regalaron" a la NASA dos satélites
espía de reconocimiento óptico que no llegaron a alcanzar el espacio. Es
difícil no entusiasmarse con esta noticia. Se trata de dos sistemas ópticos
completos con un espejo primario de 2,4 metros de diámetro, similar al del
telescopio espacial Hubble. No hace falta ser un genio para darse que cuenta de
que estos dos telescopios poseen el potencial de revolucionar la astronomía
moderna, algo que viene como agua de mayo en estos tiempos de sequía
presupuestaria y de retrasos indefinidos del telescopio espacial James Webb .
tania
tania